Artroscopía de tobillo

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La artroscopía es un procedimiento de los llamados “mínimamente invasivos”, porque se realizan en pequeñas incisiones a diferencia de la cirugía tradicional. Mediante este tipo de procedimiento se produce menos daño a los tejidos sanos por lo que el paciente siente menos dolor, la recuperación es más rápida, con menos cicatrices y menos complicaciones. Se realiza a través de dos pequeñas incisiones de alrededor de 5 milímetros, llamadas “portales”. A través de uno de ellos el cirujano introduce en la articulación el extremo de un fino tubo de fibra óptica con una cámara acoplada en el otro extremo que le transmite las imágenes del interior de la articulación a un monitor de televisión. Por el otro portal, introduce el instrumental con el que va a realizar el tratamiento de las lesiones.

Artrocospía de Tobillo

Las indicaciones de la artroscopia de tobillo son una amplia gama de procedimientos quirúrgicos, incluyendo la confirmación del diagnóstico, la eliminación de cuerpos libres, la eliminación de espolones óseos, resecar el exceso de tejido sinovial o de cicatrización inflamado, fijar las fracturas de la superficie de la articulación, tratar las lesiones del cartílago o fusionar la articulacíon en los casos de artrosis severa.

La artroscopía de tobillo es ciertamente un procedimiento seguro con bajas probabilidades de problemas después de la cirugía. Algunas de las complicaciones que pueden ocurrir después de la artroscopía de tobillo son: infección, coágulos de sangre en las venas de la pierna y derrame en la articulación. Estas complicaciones son infrecuentes, menores y tratables.

La artroscopía de tobillo se realiza generalmente de forma ambulatoria, lo que significa que los pacientes van a casa el mismo día de la cirugía o al día siguiente en casos de necesidad.